Las heridas de la infancia y la sexualidad
Los miedos y complejos que afloran en nuestra sexualidad están vinculados también con las heridas de infancia. El temor al abandono o a ser rechazado/a, por ejemplo, son dos miedos que se exponen más que nunca durante las relaciones sexuales, donde nos mostramos con una mayor vulnerabilidad, y se compensan con máscaras (un personaje que se adopta como mecanismo de protección) para que la otra persona no se dé cuenta de lo que realmente sientes.
Hazte las siguientes preguntas:
- ¿Te cuesta generar intimidad sexual con los demás, porque te avergüenzas de tu cuerpo o porque no sabes comunicarte y expresar cuáles son tus deseos o emociones?
- ¿Te sientes rechazada/o cuando a tu pareja no le apetece practicar el sexo?
- ¿Aceptas tener sexo sin ganas ante el temor de que tu pareja pueda abandonarte?
- ¿Mantienes relaciones sexuales con personas que te tratan sin respeto ni cariño y que te utilizan cuando no tienen a nadie que les interese más?
- Si cuando tú tienes ganas de sexo, tu pareja no quiere, ¿te lo tomas como una ofensa personal y te enfadas con ella?
Todos estos son ejemplos y actitudes que esconden tus heridas de infancia. Entenderlo y saber identificar el tipo de herida que se activa (de rechazo, de abandono, de humillación, de traición o de injusticia) cuando las cosas no te van bien en la cama será clave para poder paliarla y disfrutar de una sexualidad plena.
Asimismo, los traumas que provienen de la infancia, que pueden ser conscientes o inconscientes, pueden ‘aparecer’ en forma de disfunciones sexuales tales como la impotencia, la eyaculación precoz, la anorgasmia, etc.
¿Te sientes identificado/a con alguna de estas situaciones? Cuéntamelo con un comentario en este post.