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Disfunción eréctil: causas y consecuencias psicológicas

Si hablamos de trastornos o problemas en la sexualidad de los hombres, una de las afecciones más comunes, si no la más común de todas, es la disfunción eréctil. Ahora bien, ¿qué entendemos por disfunción eréctil?

¿qué entendemos por disfunción eréctil?

La teoría la define como la “incapacidad de lograr o mantener una erección, por mucho que uno desee realizar el acto”. Pero más allá de esta definición corta y estándar, debemos tener en cuentas otros aspectos relacionados.

El primero, y básico para enmarcar el concepto, es que debemos huir de intentar catalogar a la sexualidad como “normal” o “no normal”. No hay una sexualidad normal, no hay “una norma” en lo sexual.

Y esto, implica, necesariamente, que se debe analizar caso por caso, persona a persona, situación a situación.
A lo largo de la vida, hombres y mujeres pasamos por diferentes momentos y, en una u otra ocasión, podeos sufrir un momento de impotencia o frigidez por diferentes causas.
Catalogar este momento como “disfunción eréctil” o no dependerá de muchos factores.

La disfunción eréctil, su origen en patologías médicas y/o psicológica.

La disfunción eréctil puede tener diferentes causas, podemos encontrar su origen en patologías médicas o psicológicas. Las cifras, no obstante, inclinan la balanza: casi un 90% de los casos diagnosticados tienen su origen es psíquico.

Nos encontramos, entonces, ante una disfunción mayoritariamente de causas psicológicas que, además, tendrá consecuencias que irán mucho más allá de las físicas y tendrán una fuerte incidencia en la salud mental.
Hablando claro: no se trata de únicamente flacidez o erección, si no de entender la impotencia desde todas sus vertientes.

Pero, ¿Qué es la impotencia?

Impotencia es ser consciente que existe una imposibilidad de alcanzar el éxito cuando éste es esperado.

Primero, las causas

Las causas menos comunes de la disfunción eréctil hemos dicho que eran las médicas; pero de existir, existen. Pueden ser patologías vasculares, neurológicas, hormonales o urológicas. El tratamiento, en estos casos, vendrá determinado por la solución médica a cada situación.

En el terreno psicológico, la cosa se complica porque en muchas ocasiones son causas más difíciles de, por un lado, detectar y, por otro, aceptar. Y sin aceptación, la solución es más difícil.

Podríamos hablar de estrés o cansancio. Son dos elementos que claramente pueden causar pérdidas de erección. Si son momentáneas, fruto de un momento vital muy concreto, superado este momento lo más habitual es que el problema desaparezca.

Si es un estrés o un cansancio más grave, más estructural, es posible que haga falta un tratamiento.

Solucionar la causa para acabar con el problema. Algo que, lo sabemos bien, lleva tiempo.

Otras posibles causas psicológicas de la disfunción eréctil pueden ser las propias experiencias previas.

Si se han vivido experiencias sexuales negativas o traumáticas, y no han sido convenientemente elaboradas, éstas pueden provocar sentimientos culpabilidad, exceso de autocontrol o sentimientos de vergüenza, entre otras reacciones.
Aquí, un proceso terapéutico va a resultar imprescindible para poder vivir una sexualidad plena.

Las consecuencias, también más psicológicas que físicas

Vivir la experiencia de desear tener una relación sexual y fracasar en el momento del coito representa un momento de gran vulnerabilidad. Es normal y habitual, aunque exista mucha confianza con la pareja y una relación sana y basada en el amor y la empatía, sentirse expuesto. Sentir que se rompe la propia imagen.

Un sentimiento como el que hemos descrito puede provocar varias reacciones.

Vivirlo con vergüenza. El hombre que tiene dificultades con la potencia sexual suele tener una imagen de sí mismo devaluada, suele vivirlo con gran bochorno. Una primera reacción acostumbra a ser la de resarcir la imagen. El tópico «es la primera vez que me pasa».

Tirar pelotas fuera. Ponerse a la defensiva también es una consecuencia fácil, una reacción a la vergüenza. «Es culpa tuya, que no me excitas lo suficiente», «es culpa tuya, que no me haces lo que a mí me gusta».

Evitar las relaciones. Vivirlo como un fracaso personal y verse incapaz de afrontarlo y buscar soluciones puede conllevar que se tienda a evitar acercarse a otras posibles parejas sexuales. Y esto, a su vez, provocará un mayor retraimiento, más estrés y nervios, e incluso depresión.

Sea como sea, conviene parar atención a estas reacciones porque, dependiendo de la intensidad, pueden ser indicadoras de problemas psicológicos que convendría tratar para recuperar una vida sexual óptima.

Te animo a reflexionar sobre ello y espero que te sean útil mis aportaciones.

Y si tienes cualquier duda, no dudes en contactarme o poner tu comentario en este post.
Estaré encantada de ayudarte en lo que haga falta.

Dra. Emma Ribas

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Cristina Surroca
Crsitina Surroca es licenciada en en Psicología, Psicóloga general sanitaria , Postgrado en psicopatología clínica y Master en psicología Forense
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Bárbara Esteve es licenciada en Psicología y tiene un máster en Psicología Clínica y de la Salud, así como un Máster en Sexología Clínica y Terapia de Pareja
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Laura Betés es licenciada en Psicología y tiene un máster en Psicología Clínica y de la Salud, así como un postgrado Acompañamiento holístico en procesos de pérdida y duelo
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Judith García es licenciada en Psicología y tiene un máster en Psicología Clínica y de la Salud, así como Máster en Sexología Clínica y Terapia de Pareja
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Neus Franquesa Oliveres es licenciada en Psicología y tiene un máster en Sexología clínica y salud sexual, y otro en Psicología clínica y de la salud. También tiene un postgrado en Terapia de pareja y es miembro de la Junta de la Societat Catalana de Sexologia.

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